Un viaje a través del ADN
Cuando viajamos, salimos de nuestra zona de confort. No importa que sea el enésima viaje que emprendemos, cada vez los nervios y la expectación invaden en cuerpo. Un cosquilleo en el estómago. Una noche casi sin dormir. Una maleta media hecha. Una guía de viajes abierto en la mesita. Señales de que el viaje está a la vuelta de la esquina.
Pero este viaje empezó de forma diferente. No con un billete. Ni siquiera compramos una guía de viajes ya que el destino era desconocido. Este viaje empezó con un sobre que nos dio Momondo en la final de los Premios Bitácoras.
Porque a pesar de no haber ganado el premio al Mejor Blog de Viajes, sí nos llevamos algo muy especial a casa: un kit de prueba de ADN. Un kit que nos daba la oportunidad de explorar de dónde procedemos. O mejor dicho de donde procedo yo, Suzanne, escritora de este blog.
Después de rascarme el interior de las mejillas con un palito y mandarlo todo por correo al laboratorio, hubo que esperar algunas semanas a los resultados. Semanas en las que no podía evitar pensar en el test de vez en cuando. Yo soy Holandesa, rubia, ojos azules. Aparentemente nada muy exótico, ¿pero quién sabe? Igual el test me iba a sorprender.
Así que cuando llegó el e-mail anunciando los resultados, no podía evitar estar un poco nerviosa.
El test enseña dos cosas: de dónde proceden mis ancestros, mirando hasta 10 generaciones atrás, y también explora la línea maternal desde mi madre hasta los comienzos en África.
El viaje del ADN me llevó fuera de las fronteras de Holanda, para aterrizar en diferentes países. Descubrí que que soy 51% del Reino Unido/Irlanda (igual esto explica los pelirrojos en mi familia) y 40% del Norte y Oeste de Europa. Mirando un poco más en detalle, tengo que buscar mis orígenes en el sur de Inglaterra, Escandinavia y una gran parte en Alemania (germánica). Una pequeña parte de mi (2%) es de otras partes del mundo.
Este test me hizo recordar unas vacaciones con mis padres. Recuerdo que estuvimos en un barco (viajando a Suecia igual?), tomando un poco el sol en uno de los espacios que había fuera. Una familia muy blanquita también estaba, intentándo protegerse de los fuertes rayos de sol. Mi padre no podía evitar hacer el comentario: serán ingleses!
Pues papá, yo también soy inglesa. Soy inglesa, alemana, sueca, holandesa...Pero también me siento Española. Ahora, casada con un marido español y teniendo dos hijos, estamos haciendo la mezcla de ADN aún más interesante. ;-)
Cuando vamos de viaje volvemos con fotografías, con recuerdos, pero sobre todo volvemos con una mente abierta. Nos enfrentamos a situaciones, culturas, costumbres y lenguas desconocidas. Nos damos cuenta de que somos distintos, pero también empezamos a entendernos. Nos volvemos más respetuosos y tolerantes.
Si además viajamos de la mano de nuestra ADN, nos damos cuenta de que tenemos más en común con otras personas de lo que nos habíamos imaginado. Somos diversidad. Y en un mundo que cada vez me asusta más, no está de más recordarlo.
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